Taiwán y la Tercera Guerra Mundial

Taiwán y la Tercera Guerra Mundial

Tras la toma de Hong Kong por la tiranía china, la reacción popular taiwanesa ha sido la de quienes están convencidos de que el orden «un país dos sistemas» está muerto, de forma que solo queda la independencia plena. Consientes del error cometido en Hong Kong,  ahora las autoridades chinas les acosan pues saben que solo podrán anexionarse Taiwán por la fuerza, como Rusia hizo al recuperar (en este caso sí) Crimea.

Tenemos pues dos extremos geográficos, Ucrania y Taiwán, que muy bien podrían terminar desencadenado la Tercera Guerra Mundial dada la calamidad que habita en la Casa Blanca y por ello, no vendría mal recuperar un artículo que hicimos sobre la economía de Taiwán, un país que además es centro mundial en la producción de microchips, sin los cuales, por cierto, no funciona casi nada.

 

La Anábasis de Formosa.

La economía global está experimentando importantes cambios en su tectónica de bloques económicos que terminarán afectando la geopolítica, de modo que, en un futuro cercano, Estados Unidos necesitará modificar las relaciones con sus aliados en pos de sus intereses económicos globales. Por ello conviene que revisemos la macro de Taiwán, la isla bonita, Ilha Formosa, como la llamaron los portugueses cuando la descubrieron allá por el siglo XVI, esa piedra angular asiática, y así, ver que podemos aprender de ella en la mejora de nuestro encaje global.

La geopolítica de Taiwán.

Si observamos la geografía de China, veremos que por el norte su salida al mar del Japón está cerrada por una estrecha franja de territorio perteneciente a Rusia y Corea del Norte. Dicha frontera fue acordada por los aliados tras la Segunda Guerra Mundial, lograda la “liberación” soviética de Manchuria, en un gran frente en que intervinieron más de millón y medio de soldados y se necesitaron más de ciento treinta mil vagones de tren, por solo citar dos macro-cifras de “La campaña olvidada”; dicho evento culminó el largo trabajo fronterizo de los rusos en el lejano oriente.

Como consecuencia de esa restricción por el norte, el 100% de la proyección marítima del gigante chino se dirige al sureste donde, aparte de lagunas islas menores de Corea del Sur y Japón, la principal isla es Taiwán, que primero estuvo bajo la esfera portuguesa y luego holandesa hasta su ocupación por China, ésta la pierde ante Japón en la guerra chino-japonesa y, tras la guerra civil china, con la retirada de las fuerzas gubernamentales del Kuomintang lideradas por Chiang Kai-shek, pasa a la esfera norteamericana. De momento Taiwán funciona como un país independiente, pero con un “estatuto especial” sin reconocimiento internacional.

Malabarismos geopolíticos.

Como imaginarán, su status futuro depende de los equilibrios geopolíticos de la región y de la voluntad de los taiwaneses de acomodarse a esa realidad, una realidad que no se mantendrá como hasta ahora; si observan la tabla siguiente, que divide (más o menos) el PIB mundial (casi un 75%) en dos grupos, podrán ver que el de la izquierda (lo peores) aumentará su participación en el PIB total, con lo que la economía mundial tiende a ser más salvaje y, si ahora promedia semejante a la India, tenderá aparecerse a China, cosa que de hecho ya hace, pues en la tabla faltan Medio Oriente, África y otros menores; este cambio telúrico afectará sin duda las rutas marítimas entre España a Corea.

Nosotros, para colmo de males, tenemos muchos admiradores de la izquierda de la tabla y, de hecho, algunos de los peores (falta Irán) ya intervienen en nuestra política vía esa patética fuerza emergente, hija de nuestra corrupta casta política con su engaño electoral: el sistema electoral proporcional de listas de partido, timo político al que todos se aferran como si hubieran encontrado a Dios. Así se explica que no demos una nota de gestión política y económica similar a la de Chile (que está en riesgo, por cierto), por citar un caso próximo y alcanzable.

En contraste, desde 1992, los taiwaneses deciden democratizarse correctamente, implantando un sistema muy parecido al coreano (mejorable) en que el 64% representantes (73 de sus 113) de distrito, pero han dejado una porción 30% (34 de 113) para las listas de partido, demostrando inseguridad y miedo a perder el control de la población en su crucial diferendo con China; luego reservan seis escaños para la población aborigen. Por supuesto, Hong Kong y Tíbet están muy presentes en sus decisiones; además, en 2004 pasaron de 225 escaños a 113, lo cual amplia el distrito y se presta a mayor corrupción por menor control; mala idea. Aún así, su nivel democrático es mucho mejor que el nuestro y se nota en la tabla.

Su Anábasis comercial.

El término griego (lo que fueron y lo que son) Anábasis se refiere a una incursión en tierra hostil y, en cierta medida, eso es lo que le ocurre a las empresas taiwanesas en sus exportaciones a China, que es muy dura con la república marítima; a pesar de ello consiguieron abrir el transporte marítimo en 2001 y el aéreo en 2008.

El resultado de esa buena gestión y pragmatismo es ese gigantesco superávit comercial a la suiza (línea granate, gráfica anterior), que les ha permitido financiar con más comodidad su déficit fiscal (línea morada) y sus enormes gastos de defensa, en los que padecen importantes restricciones por la presiones chinas, obligándoles a innovadoras iniciativas de armamento (un ejemplo). Con todo, mantienen una deuda pública a un nivel aceptable (línea roja, siguiente gráfica) en una economía basada en la responsabilidad individual (línea azul clara).

                Casi podría decirse que Taiwán y Corea del Sur, que superará el PIB de Francia si se reunifica bien, son los modelos alternativos al europeo y japonés en esa Pax Americana que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, con el resultado macro de bajos niveles de paro y alto crecimiento (dada la situación), consiguiendo evitar la deflación que aquí ya tenemos instalada aunque intentemos ignorarla.

                Tanto por el tamaño de su economía (casi 2/3 de la española) como de su población, cerca de la mitad de la de Corea del Sur, cuya macro vimos en detalle, y su dinámica demográfica, ambos son  bastante similares, salvo que a sus congéneres del continente tienen difícil emigrar a Taiwán; además, su población no es homogénea y se hablan distintas lenguas chinas producto de las sucesivas olas migratorias.

De interés es una presentación de Eric Yu (enlace) sobre la sociología política de la isla, indicando que el deseo mayoritario de sus habitantes es el mantenimiento de la situación actual. Mutatis mutandis, esos datos me han hecho pensar que el sueño de los estrategas chinos es que se pareciera a la situación cubana previa a su independencia pero poder absorberla; solo un sueño, ya que ni el tráfico marítimo de los mares de China recuerda aquél del Caribe, ni Estados Unidos, su marina y gasto militar se asemejan, ni de lejos, a la decadencia española del XIX.

El nuevo dólar taiwanés.

Como siempre, no podía faltar que examináramos su moneda, aunque solo sea en un breve vistazo. Dadas sus enormes reservas internacionales (que menudo botín para China), todo parece indicar que han conseguido estabilizarla entre las 29 y 35 unidades por dólar americano y esto les hace, aún más, una excelente plataforma comercial y de negocios con el gigante Chino, incluso considerando las incertidumbres de dicha tiranía con sus vecinos Japón, Filipinas, Vietnam, las Coreas y sus conflictos marítimos. Actualmente experimenta una cierta devaluación respecto al dólar, necesaria para compensar la fortaleza de éste respecto al yuan, siendo ese el principal determinante actual

Un final anunciado.

Desde la llegada de las tropas del Kuomintang y el apoyo americano a la isla, al que luego se unieron fuertes inversiones japonesas, estaba claro que una plaza estratégica como esa, a unas cien millas náuticas de media del continente, terminaría estando bajo el poder de China. Allí, como en el caso de la reunificación de Corea, la gran pregunta siempre ha sido cuando y si sería de forma pacífica, y en ese sentido podría decirse que son el canario en la mina de la estabilidad asiática; lo ideal sería que, así como Hong Kong tiene (tuvo) un estatus especial, Taiwán tuviera el suyo propio.

En todo caso, cualquier alternativa que se dé aumenta la importancia de Estados Unidos en la zona y la necesidad de sus aliados de asociaciones externas más allá de las organizaciones de cooperación asiáticas, caso de las armadas española y australiana. Esperemos pues, un resultado fructífero que permita el crecimiento del bienestar global y que sepamos aprovecharlo. ¿Lo haremos?

© Luis Riestra Delgado. Febrero 2015.

 

 

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