Hoy nos detendremos brevemente en un fenómeno de largo recorrido, fuente de atraso y pobreza, con enormes consecuencias sobre los individuos y que, dado el panorama político que se vislumbra en España, irá a peor para perjuicio de todos. Por ello exploraremos una peculiar forma de represión política, que no tiene porque ser mala, por ejemplo contra el terrorismo, pues todo depende como se aplique, claro.
La represión financiera.
Es un término con connotaciones negativas acuñado por McKinon y Shaw en 1972 y desarrollado por Carmen Reinhart y Belen Sbrancia en 2011. La represión financiera sería entonces un proceso mediante el cual los políticos, a través del Estado, crean toda una serie de mecanismos para expoliar riqueza financiera a individuos y empresas; dichos mecanismos principales serían los siguientes:
- a) Fijación directa o indirecta de los tipos de interés, tanto de préstamos como del ahorro, a fin de abaratar el financiamiento público; también ocurre que se fijan objetivos de crédito sectorial para favorecer grupos afines. Esto ha sucedido en nuestro país en distintas épocas con intensidad diversa, reavivándose por iniciativa de esa calamidad que fue la ministra Salgado y ahí siguen.
- b) Control de las instituciones financieras (bancos, cajas, cooperativas compañías de seguros, etc.) vía la propiedad de las mismas, utilizándolas para que financien el déficit público y expulsando al sector privado de acceso al crédito; simultáneamente se limita la participación de instituciones extranjeras o de la expansión internacional de las instituciones locales. Adicionalmente, se imponen requerimientos de reservas extraordinarias e innecesarias que se pueden cubrir con deuda pública.
- c) Imposición de controles de capital para obligar a los ciudadanos a mantener sus ahorros en las entidades controladas por los políticos e incluso someterles a devaluaciones o, como en el caso de EE.UU. entre 1933 y 1974, prohibiendo la posesión de oro distinto de la joyería. Imagínense que no harían si desapareciera el dinero en efectivo para robar más riqueza financiera de los españoles.
- d) Manipulación de la cantidad de dinero para promover la inflación y mantener bajos tipos de interés reales que abaraten el coste del endeudamiento público y reduzcan el valor del mismo pues, como demostramos en su momento, hay una relación matemática entre la inflación y el esfuerzo que exige el endeudamiento en un presupuesto. En nuestros días, de China al conocido desastre japonés, el QE europeo, o el, de momento, exitoso caso americano, son claros ejemplos de este apartado.
Represión financiera y tasa natural de interés.
La tasa natural de interés es un concepto desarrollado inicialmente por Knutt Wicksel en un intento por establecer un parámetro objetivo de equilibrio sistémico; desde entonces se han dado distintas definiciones, bastante similares, que apuntan a un tipo de interés real que, en condiciones normales, permite el equilibrio entre la oferta y la demanda de crédito en una economía próxima a su producción potencial. Lógicamente, dada la naturaleza cíclica de la economía, ese valor varía habiendo muchos estudios que la estiman (un ejemplo) y, aunque no lo crean, nuestro Banco de España ha hecho uno que merece leerse (ver enlace), dando una aproximación es similar al consenso de los investigadores, que ven la tasa natural de interés americana en un valor próximo al 2% en términos reales para el bono federal americano a diez años.
Si vemos el caso español, con el bono del Tesoro a diez años próximo al 2% y una inflación del -0,4, podríamos pensar que no hay represión financiera pues la tasa real estaría próxima a 2,4%, pero visto lo comentado en el punto anterior, obviamente no es así, ya que además nos beneficiamos del Euro. En el caso alemán, que sería la mejor referencia, el tipo está cercano al 0,77% y, con una inflación próxima al 0,7%, su tasa real del 0%, que ha sido negativa durante un largo período, está muy lejos de la tasa natural de interés mostrando similitudes con el caso americano y la caída secular se su T10.
Tema aparte sería que las instituciones españolas garantizaran cierta buena gestión, que los alemanes pudieran diversificar en bonos de nuestro país y que sus bancos les facilitaran los medios, porque, como se ve, todo está afectado por la gestión pública que se hace a distintos niveles (Gobiernos, BCE, UE, etc.).
El origen de todo el problema.
Salvo calamidades inesperadas la causa de la “represión financiera” es mala gestión pública, bien por incompetencia y/o corrupción, y cuyo destrozo intentan arreglar reprimiendo a los ahorradores llegando incluso a imponer impuestos a los depósitos (¿y porque no a los préstamos? Ya puestos) Caso aparte es el americano tras el crack de 1929, que forzó una dura regulación, limitando los bancos nacionales y exigiendo fuertes controles en productos bancarios, apertura de oficinas, “Glass-Steagall” y un largo etcétera; posteriormente se liberalizó mal y produjo las burbujas que hoy padecemos. Gordon T. Long ofrece en su web una gráfica que ilustra las consecuencias de la mala represión financiera y, aunque no sea de aplicación a todos los casos, es bastante útil.
En el caso español donde mejor se ve la mala gestión pública es en la elevada tasa de morosidad, resultado del festín inmobiliario y la corrupción de los políticos metidos a banqueros de cajas, tiempos en que además hubo, como pasa actualmente en muchas otras áreas, represión contra personas honestas y competentes; hoy, el sector, limitado en su capacidad de imponer mayores tipos en los préstamos, intenta capear el temporal pagando tipos miserables a los ahorradores, y eso que la solución a nuestro problema exige mayores tasas de ahorro. Adicionalmente, y dado el mapa bancario – en el que tienen responsabilidad – tras el rescate de la banca pública regional, también se imponen mayores comisiones. Por si fuera poco, en un entorno de caída del crédito – en parte buscado – y por tanto de ingresos, la política del BCE ha invertido la curva de tipos del sector bancario, fijándose así un panorama de dura represión al sector, a empresas y particulares.
Tantas manipulaciones y castigo al ahorro terminan produciendo una desconexión entre los tipos de interés y el endeudamiento y la inversión, dejando la economía llena de desequilibrios y países casi irrecuperables como Japón o algunos latinoamericanos modelo de nuestros populistas. En nuestro país, caso paradigmático de mala gestión pública, además del expolio de la riqueza financiera de las familias, nacionalistas y socialistas, a fin de que paguemos sus inventos, comenzaron una carrera de represión fiscal – especialmente contra la vivienda, tradicional refugio del ahorro contra la represión financiera – que ha derivado en un verdadero expolio, con toda una serie de impuestos sobre el patrimonio que, según las circunstancias de quien herede, pueden arruinar la vida de personas humildes, mientras los delincuentes sí pueden acogerse al principio de usucapión después de ocupar lo que no es suyo; para colmo de males, ahora nos ha aparecido una fuerza más represiva que a quien más daño hará será a los pobres y las clases medias: la guinda del salvajismo social.
Mala represión y subdesarrollo.
La historia está llena de ejemplos de culturas altamente represivas en lo financiero, como puede ser el Islam, significando así el lugar que ocupan en la civilización humana. Hay otras más próximas, como Latinoamérica, donde surgen multimillonarios con capitales en sitios poco represivos desde círculos próximos que van desde el PRI al Peronismo, mientras los talentos huyen y se proletariza sus clases medias para establecer el clientelismo y perpetuarse en el poder; también hay casos impredecibles en sus resultados como Japón, que pierde posiciones de liderazgo en muchos campos.
Nuestra propia historia, con la expulsión de los judíos – que tuvieron su particular forma de represión financiera, el Shmita – y como éstos contribuyeron al desarrollo de centros globales en Holanda e Inglaterra en vez de hacerlo en Sevilla, o el proceso inquisidor contra Juan de Mariana, son dos ejemplos, de muchos, de errores pasados, cada uno con su gravedad; pero así se escribe la historia de países fallidos y éxitos ejemplares. Como imaginaran, nada de esto es ajeno a la falta de representatividad electoral y al mesianismo político, dos elementos distintivos de la cultura de Europa continental, y somos así de represivos porque Podemos y queremos Mas.
© Luis Riestra Delgado. 2/12/2014. Publicado en Voz Pópuli