Repasemos: “Sanidad pública, universal y gratuita”.

Repasemos: “Sanidad pública, universal y gratuita”.

Recientemente, el Partido Popular reabrió este interminable debate al decidir dar asistencia sanitaria a los inmigrantes irregulares, aunque lo lógico habría sido aclarar antes si se dará, o no, asistencia sanitaria a los españoles que no tengan, por las razones que sean, su tarjeta sanitaria en regla. Así que hoy aprovecharemos la ocasión para molestar a casi todos, que aquí no discriminamos a nadie.

Vaya por delante que quien les escribe es partidario, para España,  de la “Sanidad pública, universal y gratuita” y aclaro a dogmáticos y otros salvajes, antes de que me insulten, que eso no significa que esté en contra de “la privada” o de que ésta gestione servicios sanitarios, que obviamente hace falta introducir elementos de mercado, como hacen los nórdicos, ese mito con el que también nos manipulan. Decir también que no lo soy por razones ideológicas pues las económicas me bastan; lógicamente, si habláramos de Taiwán o Corea del Sur sería distinto, pero no hablamos de ellos.

Esas comillas.

En el triste juego de manipulación del electorado que padecemos, quien sin duda va “ganando” (perder, perdemos lo ciudadanos) es la izquierda y los nacionalistas, dos grupos que han conseguido hacer creer que los recortes sanitarios y el impago a farmacias es culpa del gobierno central o de España, a la que ambos llaman, en su estrategia de engaños, “El Estado”. Incluso diría que agravaran la Sanidad a posta y, cuando uno ha tenido que ver a una joven pareja de españoles pedir que manden por fax urgentemente una copia del libro de familia para que atiendan a su hijo enfermo, uno casi que justifica la violencia, no en vano llamaron a la Guardia Civil.

Lo que está claro es que “gratuita” no es, obviamente, que gratis no hay nada, que ya nos exprimen fiscalmente hasta límites intolerables. “Universal” tampoco, porque, prestaciones aparte, como le toque cambiar temporalmente de Comunidad Autónoma le serán negados, excepto urgencias, hasta los tratamientos más sencillos; salvo, claro está, que tenga tarjeta de un seguro privado o te “derives” a la consulta privada del Dr. X; o sea, pagar dos veces. Mientras, ellos siguen su corrupción y el adoctrinamiento vía televisiones públicas autonómicas, que para eso sí hay dinero, consiguiendo endosarle el marrón al PP, al Gobierno Central o a España.

En cuanto a “pública”, pues si usando proveedores privados se da un servicio mejor y más barato, sería absurdo no contratarlos. Lo que ocurre es que en el Sistema Político hay tanta corrupción, que hasta que no tengamos un sistema electoral representativo no habrá control y buena gestión y, por ejemplo, recuerdo que en 2004 reiteré (gratis total) al máximo responsable de presupuesto de Zapatero, que hicieran un plan nacional de calidad y reducción de costes sanitarios y, años después, supimos que se rechazó el plan de genéricos de la Xunta de Galicia, que hubo de acudir al Constitucional. Porque ya saben, los lobbies, políticos y privados, no existen y no hay que regularlos.

El dilema liberal de las transferencias.

La palabra liberal está, de momento, maldita en España, a pesar de ser muy nuestra y de uso universal. El dogmatismo y la barbarie (en realidad corrupción) del debate político llegan a tal punto que incluso pretenden insultarte o descalificarte llamándote “liberal”.

Dicho dilema lo resumiré con dos pinceladas: para un liberal de izquierdas, las transferencias económicas públicas aumentan las cotas de libertad de los necesitados, para un liberal de derechas, les convierten en esclavos del Estado. Obviamente, la solución al dilema de las prestaciones públicas, universales y “gratuitas”, es un tema de “graduación” dentro de las posibilidades económicas generales (esto siempre se olvida) y de las posibilidades del mercado. ¿Y quién decide eso? Pues los representantes de los electores, que es justamente lo que “la casta” no quiere que tengamos para así poder seguir con sus corrupciones y manipulaciones electorales.

Luego están los falsos del Libre Mercado y sus posibilidades, situación que es obviamente imposible ya que en temas sanitarios no se cumplen sus requisitos, como son, información perfecta, capacidad de negociación, libre competencia, etc. y, como no hablamos de la producción de sillas o servicios de peluquería, sino de la salud, habrá que atender esa necesidad vital de otra forma, inteligentemente, sin inventos. De nuevo: ¿Y quién decide eso? Ustedes saben quién.

Caso americano.

Tenemos un caso interesante, implantado por un patricio, liberal de izquierdas, muy cabreado con sus pares tras la debacle del 29, algo que le produjo fuertes fricciones con Keynes. Hablo de Roosevelt, a quien la izquierda adora y cuya obra manipula sin hacerse un número, claro, típico de nuestro país.

Resumiendo mucho (de nuevo) diríamos lo siguiente: subió fuertemente los impuestos (lo vimos), sobre todo a los pobres y clases medias – que antes no pagaban, solo pagaban los ricos -, afectando la distribución de la renta (también lo vimos) a cambio de ciertos servicios que complementaran la oferta privada; dichas iniciativas fueron ampliadas posteriormente.

El resultado de este sistema dual (en calidades también) fue bueno hasta que cambió la pirámide de población y los agentes interesados en el negocio lo llevaron a sus límites. El último, Obama, quien con su reforma, calidades aparte, probablemente llegue a costarle a los americanos el 20% del PIB en 2024 (yo diría que antes, en la próxima recesión); luego hay un aspecto generacional de interés, cuyo equivalente es nuestro desmadre autonómico, pero debemos saltárnoslo. Los datos los tienen en la siguiente gráfica en que aparecen con los de Canadá que, aunque mis amigos canadienses se molesten, es el país más “parecido” y ejemplo de que un sistema electoral representativo no es contrario a la Sanidad “PUG”, como pregona “la casta” de “izquierdas”.

¿Y lo “nuestro”?

El tema da para mucho y no profundizaré más para no alimentar la cultura del “gratis total”, pero si diré que, aparte de la curiosa subida en escalones (ver gráfica siguiente), es clave optimizar una demanda predecible y lograr economías de escala, en una actividad donde la práctica mejora la prestación, dando calidad (la experiencia de Mair a nivel micro es muy útil), permitiendo reducir costes y dar un buen servicio.

Luego está pagar o no la sanidad de los pobres. A ver, incluso ellos pagan unos IVAs e impuestos especiales (energéticos, etc.) altísimos, pero como el paro no importa a nadie cuesta generar todas las apropiaciones para la contingencia sanitaria; aparte  que el problema no está solo ahí, sino en un Sector Público que necesita un ajuste duro en muchas áreas. Pero no, se prefiere matar gente que quitar corrupción, manipulando el tema para ganar elecciones.

Han sido solo unos retazos sobre un tema muy complejo y clave, primero por nuestra salud y luego por razones presupuestarias y, aún pensando de forma muy parecida a la Sra. Cifuentes, probablemente la mejor del panorama político, cuando discuto estos temas con personas afines al PP, me encuentro casos tan obtusos y dogmáticos como la Sra. Mato,  luego no es de extrañar que lo hagan tan mal. Ellos mismos, que son muy listos aunque pierdan las elecciones por esto; los demás, ajo y agua y a seguir haciéndoles su trabajo “gratis total”, padeciendo las difamaciones e insultos sistemáticos. Fenómeno.

© Luis Riestra Delgado, 1/9/2015. Publicado en Voz Pópuli.

Un comentario en «Repasemos: “Sanidad pública, universal y gratuita”.»

  1. Lo público es un sumidero de recursos con difilci solución mientra perviva el R78.No se negocia productividad,ni equiparaciónes público/privadas en remuneraciones,jornadas laborables,horas extra,tiempos de descanso,vacaciones,jubilación….un desmadre obrero funcionarial.Recortaran y continuaran los privilegios.Un saludo Sr. Riestra.

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