Repasemos: La sorpresa japonesa.

Repasemos: La sorpresa japonesa.

¿Qué ha ocurrido, acaso han salido de la deflación? No. ¿Es que han conseguido por fin la estabilidad presupuestaria? No, ni se prevé. ¿Han acabado con la corrupción en las altas esferas políticas? Tampoco. ¿Han dejado de discriminar a las minorías? No. ¿Tras casi un cuarto de siglo de apaños piensan reconvertir por fin su sistema financiero? No hombre, para nada, que aquello es casta pura y dura. Pues tampoco puede ser el resultado electoral en la cámara alta de la Dieta de este domingo, porque ya era irrelevante. No sé, ¿los clanes yakuza se han convertido en órdenes mendicantes? Tampoco, aunque sería más fácil que lo de la banca. ¿Entonces cual es? Que tienen déficit comercial.

La Balanza Bienes.

Hablamos de déficit comercial en sentido estricto, queriendo decir que las importaciones de bienes superan a las exportaciones; en sentido amplio, incluyendo servicios y rentas, que es la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, no, ahí todavía tienen superávit, aunque ha pasado del 4% del PIB en 2006 a menos del 1% actual.

La primera noticia reciente de un déficit comercial en Japón la tuve en 2009 (primera flecha roja, gráfica anterior), pero aquello fue obviamente efecto de la crisis y todos los que hemos tenido la oportunidad de hablar con empresas exportadoras ese año, recordamos como los teléfonos se les había vuelto, literalmente, mudos y la caída de ventas fue brutal. Luego hubo una segunda ocasión tras el terremoto del 11/3/2011 (segunda flecha roja), otro evento excepcional, así que no le di importancia a la estadística; de hecho, posteriormente, las exportaciones (línea azul) superaron el máximo anterior (segunda flecha azul), pero a partir de ahí caen en picado y no vuelven a aproximarse a la importaciones, al contrario.

El efecto cambiario.

La idea de que Japón es una potencia exportadora de bienes gracias a devaluaciones competitivas es totalmente falsa y, de hecho, desde 1971 el valor de su moneda se ha más que triplicado (gráfica siguiente), pasando de 385 yens por dólar en enero de 1971 a los cerca de 100 actuales, producto de una fuerte revaluación  interna, aunque hay otros factores.

Es cierto que recientemente ha habido una devaluación del Yen y, aunque en este blog no buscamos la Verdad en el último datito, no va mal mirarlo a ver qué efecto ha tenido y la conclusión es que, como hemos repetido varias veces, solo han conseguido vender más barato y comprar más caro, con lo que la brecha se ha ensanchado, porque su problema, que se lo han buscado ellos solitos con su nacionalismo, es estructural y en buena parte, como inexorablemente ocurre con los nacionalistas, son sujetos del dicho con su pan se lo coman.

El origen del sol.

Que es probablemente la mejor traducción de Nippon y que los occidentales hemos venido a llamar Japón, nosotros que en nuestra lógica traducimos, por influencia china, como “tierra del sol naciente” y ellos, en la suya, han dejado correr. Pensemos por un momento en el hecho de que un pueblo llame a su país “el origen del sol”; vamos, que cómo serán los de Bilbao allí.

Con una larguísima historia y una complejísima y rica cultura, en Japón suele combinarse un altísimo nivel ético individual, una fuerte unión colectiva y una casta dirigente a la que le pierde su orgullo y cuyo soberano es, como no podía ser menos, celestial. A pesar de su condición insular les domina la cultura continental y este archipiélago es uno de los pocos países étnicamente uniforme, salvo algunas sufridas minorías, como la ainu, y su nación tiene una fuerte tendencia al aislamiento y a evitar mezclarse con los barbaros, que siempre son los demás, off course!

La condición divina del emperador tiene su interés porque en Occidente ocurría por imposición de un tirano, mientras que allí vino a ser creencia normal de sus pobladores, siendo un caso raro de mesianismo plurisecular en estado puro. Ya sabemos que hoy no es tan así, que lo anterior es una simplificación, que hay que matizar, etc., pero las corrientes culturales en un pueblo están ahí y dan sus frutos.

Japón y la Angloesfera.

Los americanos, por vía del comodoro Perry, sacaron a Japón del aislamiento bajo amenaza de cañonearles, allá por 1855. Posteriormente, Japón se ve muy influido por los británicos en quienes se inspiran para su sistema parlamentario; con la cooperación económica y el fuerte apoyo de los nuevos aliados se modernizaron y ya en 1905, en la batalla de Tshushima, hacían de contención a Rusia en Oriente. Todo se tuerce cuando aparece el nacionalismo a finales de los veinte y se introduce en las escuelas y el gobierno, su expansionismo se vuelve aún más cruel y casos como el de Singapur, en la Segunda Guerra Mundial, por citar solo uno, donde se desenvainaron katanas y cortaron cabezas a prisioneros de guerra británicos vivos, seguro que influyeron en unos generales, cansados de mandar cartas de condolencias a familiares de soldados, al recomendar usar armamento atómico.

El último conflicto serio con la Angloesfera lo explicamos al hablar de la Deflación japonesa y la devaluación interna española, donde terminó el trato comercial preferente con Japón pasándolo a otros que ahora compiten con ellos y que seguramente tiene bastante que ver con el cambio estructural del comercio de bienes japonés. Está claro que el éxito exterior y ser competitivo es algo más que una cierta relación calidad-precio, o con las buenas condiciones para las empresas nacionales o si quieren, nacionalistas; viéndolo así no hay sorpresa.

Sin duda también hay otras causas internas, las macro de la deflación y las micro relativas a la gestión empresarial; recientemente, como anécdota la de un consultor sueco desplazado allí por un fabricante de camiones inventor de los primeros robots, tan parecidos a los japoneses, que relataba su decadencia empresarial, de empresas bloqueadas que nadie quiere opar y la siestita de media hora de los administrativos tras la comida.

Una explicación ¿… optimista?

Que yo diría es más bien complementaria de las anteriores. Según ésta, dado el estancamiento de su población durante casi treinta años, con lo que eso significa en términos de envejecimiento del país, las empresas ya están localizando producción fuera, opción parecida a nuestra sugerencia para las relaciones con Alemania, evitando así el encarecimiento futuro de su mano de obra por la fuerte caída de su población activa.

Tendríamos que, tras generar enormes excedentes durante décadas con un coste de vida altísimo que les impide tener hijos, ahora serán menos los contribuyentes netos que tendrán que pagar la enorme deuda pública, un 220% del PIB, de la mala gestión de la casta política. ¿Les suena? Digámoslo bien y no como los propagandistas y economistas del Establishment: no es que las siguientes generaciones serán las primeras que vivirán peor que las anteriores, eso por descontado, es que las anteriores son las primeras que dejan un futuro peor a las siguientes.

Mientras llega el momento de cruzar ese puente, un negacionista, el mago Shinzo Abe, capaz de ser a un tiempo nacionalista, liberal y demócrata, ha obtenido el pasado domingo mayoría en la cámara alta que suma a la que tenía en la cámara baja, y así, el partido Liberal Democrático, el partido de la casta, podrá continuar la senda de reformas iniciada hace casi veinticinco años y los japoneses, encantados de que les esquilmen, vuelven a ser corresponsables del desastre final. Lo que no soy capaz de prever es como cerrará Japón su actual ciclo generacional, para eso tal vez haya que ser muy “jesuita”.

© Luis Riestra Delgado. 23/07/2.013. Publicado en Voz Pópuli.

Precios inmobiliarios en Japón tras la explosión de la burbuja.

 

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