Eras de la Hispania I: en la Hispania Romana y en la Reconquista (Borrador).
Howe y Straus comienzan sus dataciones a mediados de 1300 para el caso angloamericano. ¿Pero, dónde podríamos empezar a explorar nuestro caso? Lucio Aneo Floro identifica a la nación hispana allá por el siglo II, pero antes, Vespasiano, en el 73-74, permite a los hispanos el acceso a la ciudadanía romana. Si tomáramos esa fecha, los Saecula de entonces corresponderían a los de los romanos y empezaríamos por el iniciado por César Augusto, que impera del 27 AC – 14 DC, primer emperador Romano; el siguiente Saeculum lo trae el hispano Trajano (del 98 al 117 DC), iniciando una La Era Dorada del Imperio; naciendo otro a la muerte de Septimio Severo (del 193/198 al 211); y un cuarto con Constantino I el Grande, emperador entre el 306-337.
Pareciera pues que hacia el año 10-20 de cada siglo comienza, tras una Crisis, a establecerse una nueva Era o Ciclo Generacional. Dichas Crisis pueden alargarse hasta una generación, según la buena o mala gestión que de ellas se haga, de las rivalidades internas y también pueden agravarse, precipitarse o iniciarse, por una intervención exterior.
Dejaremos la parte romana, pues con la Crisis de Teodosio I en 395 se divide el Imperio y en Occidente prosigue la descomposición general y el caos, sin olvidar varias grandes epidemias mediterráneas, la última en el 702, que debilitaron fuertemente la demografía de esa parte de España. Pasaremos pues a explorar las Eras del siguiente período de conformación peninsular.
Invasión Musulmana y Reconquista.
Como se sabe en 711 las fuerzas musulmanas entran como aliados de una de las facciones en liza en una Crisis interna. En quince años consiguen dominar prácticamente toda la península en un proceso de conquista caracterizado por las derrotas locales, el cambio de bando o traición de nobles “bárbaros” y la migración de cristianos al “norte” donde ya residían más de un tercio de los pobladores, sobre todo en la costa atlántica; es allí donde se consigue la masa crítica para crear el primer reino bajo Don Pelayo (de 718-737), seguramente hispanorromano; reino que tras casi cien años consigue una buena expansión. Aparecen intentos de división, por herencias, levantamientos, etc. – lo típico en Hispania -, pero no cuajan y hay cierto consenso en que en 910 ese reino es sucedido por el de León.
Al este, en la Marca Hispánica, las cosas van mucho más lentas, seguramente por carencias demográficas, que se agudiza en dirección al Mediterráneo: no había tropa. Aparecen fechas claves o en torno a personajes claves: fundación el Reino de Pamplona en 814, el condado de Aragón en 802 (autónomo en 828), el primer conde Barcelona lo fue del 801 al 820. La baja demografía debió padecerse más allá de Ramón Berenguer III (1.082-1.131), que hubiera sido un gran Hispanus Rex, influyendo en la unión con Aragón para impulsar la conquista bajando por la poblada cuenca del Ebro y la misma Tarragona era irrelevante políticamente, así que el Papa ordena cruzada y no va nadie, teniendo que encargar la reconquista de la simbólica ciudad hispánica a un normando, Robert Bordet; de hecho, la reconquista de Valencia solo llega tras la Batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, que rompe el centro peninsular musulmán y alivia el flanco mediterráneo. En otra Era, los reinos de Aragón, Valencia y el Condado de Barcelona son unidos indisolublemente en 1.319 por Jaime II.
En 931 el Condado de Castilla se independiza del reino de León para, ya siendo Reino, volver a unirse en definitivamente en 1230. En el otro extremo, Enrique de Borgoña, conde de Portugal, entre 1095-1112, aprovecha la inestabilidad castellano-leonesa para ser casi independiente, siendo su hijo Alfonso el que se convertiría en primer rey de Portugal de facto en 1128, tras la batalla de San Mamede.
Lo que sería el Reino de Castilla (León, Asturias, Galicia, etc.) sufre continuas Eras de inestabilidad (enlace a animación) hasta conseguir la unión peninsular con el reino de Aragón, el cual, incluso con infeudación de San Pedro (o papal), conseguida por Pedro II de Aragón (reina del 1.196-1.213), padecía mal similar con sus católicos súbditos y venía de una cruenta guerra civil de origen en el enfrentamiento de las castas “condales” con el pueblo, lo de siempre, vamos; además, así Aragón conseguía el apoyo castellano a su expansión mediterránea.
Jaime II de Aragón (reina de 1.291-1.327) y Fernando IV de Castilla (reina de 1.295 a 1.312), grandes conquistadores y reformadores, fijan los límites territoriales definitivos entre ambas coronas con el tratado de Elche de 1.305. La siguiente Era para Aragón comienza con el Compromiso de Caspe en 1.412, que es un vector claro de unificación hispánica entre ambos reinos, al encontrar como natural y por unanimidad de los compromisarios, que Fernando de Trastámara fuera Rey de Aragón, habiendo sido antes una gran regente de la Corona de Castilla y que abrió dos Eras de Hispania, una castellana y otra aragonesa.
© Luis Riestra Delgado. Octubre 2.012.
Las Eras de Hispania y II: de los Habsburgo hasta nuestros días.
Nuestra Crisis va más allá de una crisis de Modelo o de Sistema pues lo es de todo un Orden Cívico claramente disfuncional; hoy la veremos desde la perspectiva histórica que justamente analiza eso: La Teoría del Ciclo Generacional, de Howe y Strauss. A esos Ciclos Generacionales, que hoy llamaremos Eras, Howe y Strauss los denominan Saecula, plural de Saeculum, y son ciclos casi centenarios por el que pasan las naciones; el Saeculum es un concepto romano, que al parecer tomaron de los etruscos.
Ese Ciclo Generacional tiene cuatro fases: Despegue (High), Despertar (Awakening), Desmadejamiento (Unraveling) y Crisis, que lógicamente se repiten sucesivamente; a caballo entre cada una de esas fases gobierna una cohorte de individuos, una generación, a las que definen por cuatro arquetipos: Cívicos, Artistas, Profetas y Nómadas. La transición entre Ciclos Generacionales, o Eras, la hace la cohorte generacional de los Nómadas, que sientan los cimientos de un nuevo Orden Cívico.
Datación Primera.
Howe y Straus comienzan sus dataciones a mediados de 1300 para el caso angloamericano. ¿Pero, dónde podríamos empezar hoy a explorar nuestro caso? Por razones de espacio serán los Habsburgo; para Eras romanas y en la reconquista española, que tiene su interés, pues el componente demográfico desmiente muchos de los mitos fundacionales del nacionalismo, sobre todo el periférico.
Del estudio de la Historia de España pareciera que, tras una Crisis, hacia el año 10-20 de cada siglo comienza a establecerse una nueva Era o Ciclo Generacional. Dichas Crisis pueden alargarse hasta una generación, según la buena o mala gestión que de ellas se haga, de las rivalidades internas y también pueden agravarse, precipitarse o iniciarse, por una intervención o acontecimiento exterior.
Eras Habsburgo.
La primera comienza con de Carlos I (¿de?) que empieza nominalmente su reinado en 1516 con oposiciones internas, llegando a España en el otoño de 1.517. Es nombrado Rey Católico en 1517 en la bula Pacificus et aeternum, aunque pronto sofocaría las insurrecciones de Comuneros y Germanías (hermandades gremiales) quitando competencias a Castilla pero no a Valencia.
La jura de fidelidad mutua en tantas y tan distantes cortes requirió cuatro años, en el que también fue nombrado sacro emperador romano estando en Barcelona, y fue el primero en llevar las coronas unidas de Aragón, Castilla y Navarra. Como buen representante de la generación Cívica, se adaptó bien y el rey extranjero consiguió que sus súbditos se dirigieran a él como Rey de España (aclarado el interrogante); consolida el régimen polisinodial, se pone manos a la obra y se produce el Despegue de ese Ciclo Generacional.
La Segunda Era Habsburgo surge con la Crisis tras la muerte de Felipe III, un miembro de la generación Nómada, que reinó entre 1.598-1.621 y cuyo trabajo no tuvo continuidad con el nuevo rey Felipe IV, en el que ya se notaban los efectos de la endogamia austríaca; aún así, es probable que superara en competencia a nuestros principales políticos.
Su valido, el Conde Duque de Olivares, comete el grave error, entre muchos, de abandonar la Pax Hispánica del Nómada Felipe III; Olivares aborta el Despegue y retrotrae así al imperio a los límites sistémicos (guerras y crisis fiscales principalmente) a que lo llevó la generación Profeta de Felipe II; como sería aquella Crisis Sistémica que hasta en Andalucía surgió un brote independentista.
El “siglo” de Oro no lo fue en la Ciencia Política, por lo que no surgió nada parecido a un Senado o Parlamento Imperial, creador de un espacio comercial y fiscal único para los habitantes de esa sociedad estamental, con representación de las provincias (que no colonias) de ultramar y que, entre otras cosas, le hubiera dado al Imperio la dimensión marítima que requería. Aquello habría creado un Nuevo Orden de las Eras; pero no fue así, eso lo harían otros en otro sitio.
Este Saeculum es el de la Decadencia Absoluta y la pésima resolución de las evidentes contradicciones internas que haría perder a España su Soberanía y autonomía interna en su Destino. Económicamente, el daño es literalmente secular, como puede verse en la renta per cápita de la siguiente gráfica (ver línea roja), e incluso hoy, es posible que la península y las Américas estén pagando las consecuencias de los egoísmos de aquella sociedad estamental y a la que los nacionalistas hoy, en su rapiña psicótica, quieren emular.
Eras Borbónicas.
La Primera. Reparto Europeo del Imperio Español, literalmente; todo por carecer de un Senado o Parlamento Imperial que hubiera resuelto la cuestión dinástica. Estos repartos, trocear territorios, relaciones bilaterales y similares, les encantan a las castas, que pueden hacer sus guerras y mangoneos a espaldas del Pueblo para sacar tajada privada. El caso es que Felipe V, a quien imponen el reparto, fue Rey en noviembre de 1.700, llega a Madrid en enero de 1.701 y fue coronado en febrero 1.701, reconocido por todos menos Austria, naturalmente. En septiembre de 1.701 el Rey francés se inmiscuye en el “problema” escocés (y en casi todo) y en mayo de 1.702 declaran la guerra a Francia y España, terminando en 1.714 -1.715.
Aragón apoya a los enemigos de Felipe V y al perder, a diferencia de la revuelta de Germanías o de la de los Segadores, esta vez si pierde los fueros como ocurriera a Castilla con los Comuneros (zona centro, principalmente) Aún así, Felipe V da un especial tratamiento a Cataluña en el otorgamiento de manufacturas reales, indianas y de estampados, con su proteccionismo y acceso comercial a todo el imperio; en las entonces vascongadas el esfuerzo es en metalurgia. Pudo hacerlo en Valencia, aprovechando su desarrollo gremial y demografía, o en otras partes de España, pero eso ya le dejaba lejos del aliado francés en caso de crisis; estrategia que también siguió la inversión británica en el XIX. Así, a finales del XVIII, Barcelona ciudad consigue por primera vez superar a Valencia en habitantes, no así, y por mucho, entre las respectivas provincias.
En términos económicos fue una buena Era, se modernizó el Estado, se igualaron algunas competencias aunque, con su absolutismo, seguía pendiente el tema de una cámara legislativa imperial y un Nuevo Orden de las Eras. Económicamente el resultado debió ser notable, pues el último dato del gráfico anterior, que casi nos igual con Alemania y cerca de Francia, tal vez igualados en 1.808, es de una España destruida por la guerra de Independencia Española y por la de sus hijas en Las Américas. No debe olvidarse que las tropas napoleónicas, y en menor medida los supuestos aliados británicos, destruyeron sistemáticamente las industrias españolas allí por donde pasaban; por algo sería.
La Segunda Era, 1.808/1.814: Independencias y Nuevo Régimen. Fernando VIII pudo refugiarse en Las Américas como hicieron los Braganza yendo a Brasil, pero no. ¿Cómo es posible que un individuo con un intelecto capaz de traducir las Revoluciones de la República Romana, del Abad René de Vertot, fuera tal desastre de gobernante? Pues por una pulsión natural en su carácter hacia la traición, la mentira, el capricho y la holganza constante como fuente permanente de placer.
Muerto el Rey, tendrían que ser hombres fuertes quienes establezcan un Nuevo Orden Cívico pero que, una vez más, deja pendiente un Nuevo Orden de las Eras llegándose a las independencias de Cuba y Filipinas. Es en esta Era, con sus revoluciones oscurantistas, en que los errores anteriores y la destrucción que vino de fuera condenan a nuestro país a no poder aprovecharlo ni medianamente; como Austria, por ejemplo. Aunque se moderniza, continúa un proteccionismo según los tiempos y hace un gran esfuerzo, viviendo el fin del Ciclo Largo del Textil, el del Ferrocarril, con la crisis del 73 que vimos aquí y el de la Producción en Masa, perdemos puestos en picado a nivel mundial, como puede verse en la siguiente gráfica. Hoy nos encontramos a las puertas de cometer un error que podría ser equivalente.
La Era Actual que ya muere.
La calificamos de Mesiánica cuando la tratamos en detalle (en este enlace) y solo hay que ver como las zonas tradicionalmente más favorecidas son las más radicales en el mesianismo. Este Ciclo Generacional ha venido casi a coincidir con un Ciclo Largo Económico (enlace a gráfica), que también muere y del que podemos salir perdiendo lo ganado si no acertemos en resolver la Crisis.
España tiene la oportunidad secular de hacer la evolución natural desde una Dictadura a la actual Oligarquía de Partidos y Sindicatos estatales hasta llegar a una verdadera Democracia, con División de Poderes, Representatividad Plena y elecciones a doble vuelta donde cada voto valga lo mismo; sería una Monarquía Presidencialista. Esa forma de Estado, cuya conformación del Poder, su Control y Proyección exterior e interior tendría tal potencia que traería, por fin, ese Nuevo Orden Secular. Tema aparte sería la Era que nace y si habrá o no Economía Estacionaria, que estamos de Parto Histórico; pero tranquilos, que todo tiene su tratamiento.
© Luis Riestra Delgado. Octubre 2.012. Publicado en Voz Pópuli.