La Odisea de Hispania (y II)

La Odisea de Hispania (y II)

La semana pasada hicimos un rapidísimo paseo por la historia económica de España desde el año 1 de nuestra Era hasta finales del siglo XIX, gracias a las estadísticas sobre renta per cápita de Angus Madison; hoy terminaremos ese viaje hasta nuestro regreso a Ítaca.  De entonces traemos dos enseñanzas: la primera, lo esencial de nuestra Cultura Marítima, con su dimensión comercial y académica; y la segunda, la necesidad de  internacionalización por lo limitado de un mercado interior sin en un territorio con graves carencias en la generación de Energía.

Al igual que Madison creo que el estado y desenvolvimiento de una economía es producto de un  patrón y un ritmo que hunde sus raíces en decisiones estratégicas tomadas muy atrás y por ello, tal como hice la semana pasada, señalaré con un círculo en las gráficas de hoy esas fechas críticas. Creo importante que veamos esos períodos críticos ya que hoy, como entonces, enfrentamos uno de esos momentos y es crucial no errar. Veamos pues nuestro pasado económico reciente para situarnos de cara al futuro.

La Era de la Producción en Masa y de las Guerras Industriales Globales:

Este tercer ciclo Kondratiev surge del desarrollo y aplicación de un sinnúmero de invenciones productivas que permitieron los dos ciclos anteriores. Los requerimientos del sector textil y del ferrocarril obligaron (y permitieron) al sector productivo hacer grandes avances en máquinas y herramientas, en metalurgia, en el sector naval, en generación de energía, en la explotación de materias primas, en las comunicaciones, en medios de pago y financiación y en un larguísimo etcétera. Por otro lado, la Ciencia seguía con su impresionante desarrollo al que acompaña de forma más modesta, pero sin pausa, la mejora en la gestión empresarial y política.

            En el gráfico anterior de renta per cápita se puede ver el perfil de este Ciclo Largo y los dañinos efectos que sobre él han tenido las dos guerras mundiales; solo consiguen aumentos transitorios de la producción por persona por el esfuerzo de guerra, que obviamente no se traducen en renta disponible por el correspondiente racionamiento, pero que cuando se han de pagar las inmensas deudas acumuladas por los enormes déficits públicos (enlace a ejemplo clave) los efectos son notables y la producción por persona crece por debajo de la línea de tendencia secular. Este último punto nos es de interés pues nuestro gobierno nos está metiendo en una espiral de endeudamiento inútil que significará al menos una década perdida en términos de bienestar. Impresiona también, a parte de los efectos del crack del 29, el salto en producción por persona en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y lo contrario en las zonas ocupadas por Alemania, donde se combinó el bloqueo y el castigo bélico aliado con el saqueo de recursos por las fuerzas de ocupación.

En España, que empieza a cosechar los frutos del largo impulso liberal a la educación y a la economía, destaca que en la Primera Guerra Mundial el boom exportador de nuestra neutralidad (caso a subrayar el de los formidables motores hispano-suiza para la aviación aliada), aunque alivió la balanza de pagos no se aprovechó a plenitud, pues ese boom se tradujo más en inflación que en un crecimiento general. Esto se debió, entre otras causas, a la bisoñez empresarial, a la excesiva concentración industrial con su escasa capilaridad territorial y a un sistema fiscal sin capacidad anti-cíclica y redistribuidora. Nuestra posterior aproximación a Italia en renta per cápita demuestra, una vez más, que estos procesos industriales requieren de su tiempo para fructificar adecuadamente, no existiendo soluciones mágicas. Aquella inflación también tuvo efectos sociales, con sucesos que tendrían implicaciones posteriores como la crisis española de 1917 (un enlace con una aproximación); por supuesto, también hemos de contar con la evidente intervención subterránea de los contendientes europeos fomentando la subversión.

Durante estos años se experimenta un enfrentamiento global entre potencias marítimas y continentales en las que estas últimas actualizan, desde la noche de los tiempos, unos instrumentos culturales de manipulación de las masas que perduran hasta nuestros días; mediante el uso verdaderos con-men (la expresión timadores se queda corta), de bandoleros de la política, con sus promesas de –literalmente – soluciones mágicas, aprovechan las crisis económicas y las tragedias del pueblo para manipularlo sectariamente según sus muy particulares ambiciones personales. Si los ingenuos seguidores de estos maleantes conocieran, cuando pintan sus pancartas en negro muerte y rojo sangre, quienes están realidad detrás de las consignas que siguen, los correrían a gorrazos por su irracionalidad y visceralidad política; ya fueran profetas socialistas de alguna hermandad saturnal o seguidores de sol negro, Winston Churchill, identificó de inmediato los signos de esa irracionalidad criminal y se opuso decididamente tanto al Comunismo como al Nazismo, dos ideologías que destrozaron Europa. Haríamos bien en tener presente esa triste experiencia del pasado en estos momentos en que nos tocará transitar años muy duros.

La Era de la Información y la Pax Americana.

            Llegamos así al cuarto Ciclo Largo en el que se conforma la sociedad Global de nuestros días y que ha entrado en Crisis recientemente. Esta Era, con su expansión movida por las aplicaciones tecnológicas informáticas potencian y revolucionan todas las áreas de la vida económica, y en la que desde la Angloesfera emerge los Estados Unidos como potencia hegemónica, ha sido la que más prosperidad ha traído a nuestro país en toda su larga historia. La impronta del espíritu emprendedor americano y de su Academia (vean el ranking) no tiene parangón histórico y son sin duda un ejemplo para todos. Curiosamente, la Crisis actual se ve exacerbada por repetir los errores de gestión, tanto pública como privada, o si se quiere individual y colectiva, de la anterior, demostrándose una vez más que se construye sobre lo anterior; así, hasta que no se reconozca la responsabilidad individual que se tiene en la actual situación no se aplicaran los correctivos necesarios para superarla.

Al comienzo de esta era económica, allá por 1.950, el gobierno de España se obstina en demostrar que se tiene un Sistema alternativo y superior a la Economía Liberal y que surgió, a su vez, y por oposición a otro invento revolucionario de Sistema alternativo en los previos a la Guerra Civil; unos años de verdaderos con-men políticos (a falta de un mejor término) De esta forma se pierden al menos veinte años de desarrollo económico y bienestar, en los que se condenó a nuestros pueblos a una miseria absurda cuando muy bien hubiéramos podido seguir una senda paralela a la portuguesa.

            Asumida la realidad de lo evidente (a veces cuesta), se abandona la autarquía, que puso nuestra renta per cápita casi al nivel de Portugal por primera vez en dos mil años, y se deja por fin que nuestro país se integre al sino de los tiempos en el lugar que le corresponde. De esta forma, durante este Ciclo Largo, mientras los Estados unidos multiplican su renta per cápita por tres, España lo hace casi por nueve; no podemos decir que nos haya ido mal con el aliado americano con su excelente política comercial estratégica, que ha localizado con gran maestría su producción económica a nivel global haciéndole el primer determinante en la asignación de recursos y distribución de la renta del Planeta. Hoy ese ciclo largo está prácticamente agotado y además enfrenta la crisis del petróleo, su principal fuente de energía, que además podría subvertir la Pax Americana en un enfrentamiento con la cultura continental islámica; ese es el reto y la principal amenaza de nuestro tiempo.

Regreso a Ítaca.

Una de las mejores formas de ver el desarrollo relativo de un país, es observando la relación de su renta per cápita a precios constantes respecto de aquella de la nación líder en desarrollo en cada momento, o cómo vamos respecto al mejor. El resultado de ese ejercicio con las estadísticas de Madison es que, a excepción del período islámico, en que esa cultura tuvo una renta per cápita mucho menor que la romana, España no superó el listón de Roma hasta época reciente, y lo peor es que esta mala calificación empeoraba secularmente por la acumulación de los efectos de errores anteriores; hubieron de atesorarse efectos positivos durante casi doscientos años, en que también sufrimos episodios de regresión ya comentados y aún presentes, para conseguir revertir esa decadencia secular. En la siguiente gráfica podemos ver la evolución de esa proporción para los casos español, holandés y portugués.

            Fenómeno, hemos vuelto a Ítaca, ¿y ahora que hacemos, volvemos a las andadas del XVI o las del primer tercio del siglo XX o por el contrario sacamos provecho del progreso acumulado? Mucho me temo de no somos consientes del momento excepcional que vivimos y de los riesgos que corremos de malograrlo. Uno entiende las dificultades de compresión de la Crisis, que incluso ha costado que nuestros mejores economistas políticos se aproximen, con sus errores, a nuestro territorio en los campos de la reforma financiera o el enfoque cíclico de algunos de sus aspectos, pero no es ese el caso del actual gobierno, que disponía de información suficiente sobre esta Crisis y que simplemente está a sus intereses particulares y no a los del país.

La Historia demuestra que hay momentos críticos en que se equivoca o se acierta el camino, y el presente es uno de ellos; la actual facción del PSOE en el gobierno ha demostrado que no desea actuar en la dirección correcta por sus egoísmos particulares, aproximando su actuación más a la de los con-men políticos del primer tercio del pasado siglo que al tipo de estadista que necesitamos: el intento, afortunadamente fallido, de vender buena parte de nuestras cajas al gobierno chino por 9.000 millones de euros y así disponer de más recursos para la campaña electoral de aquí a Marzo de 2.012 ha sido el último ejemplo. En las pasadas elecciones tuvimos la oportunidad de que llegara al gobierno un experto en temas energéticos y financieros, como Manuel Pizarro, antítesis del presidente Zapatero. ¿Repetiremos el error?

La última vez que alcanzamos un nivel tan alto de renta per cápita relativa coincidió con el intento de nuestro país de comerciar con Asía y con el felicísimo evento del descubrimiento de América, entonces se erró en el camino económico. Hoy, a pesar de sus dificultades pero habiendo superado buena parte de nuestros atrasos seculares, Asia nos espera y Europa y las Américas son territorio conocido y favorable a nuestras empresas: allí está nuestro futuro económico y la Historia de nuestro país nos enseña que podemos confiar en que tomando las decisiones adecuadas, aunque requieran sacrificios, llegarán los frutos del progreso y el bienestar. Hagámoslo.

Luis Riestra Delgado

19/04/2.011

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