El suicidio de Europa y el sexo de los ángeles.

El suicidio de Europa y el sexo de los ángeles.

Como es conocido, la expresión «el sexo de los ángeles», que usamos recientemente al analizar Alemania, recuerda la anécdota bizantina según la cual su intelligentsia debatía del particular mientras los turcos se aprestaban a tomar la ciudad. Mutatis mutandis, esa es hoy la situación de esta Europa socialdemócrata y, lo que es más importante, de nuestro país. No lo digo solo porque nos distraigan de lo urgente e importante, sino porque, como todos saben, los ángeles, en el texto bíblico, son siempre del género masculino y no tienen sexo salvo que pasen a nuestra dimensión, que entonces tienen el que toca a su género; es decir, que aquellas élites, como las de hoy, ni siquiera sabían de lo que hablaban. Así que empecemos por los datos.

Demografía y dilema moral.

La clave está en la tasa de fertilidad por mujer, estadística en la que por razones obvias no cabe relativismo de género y que fija de forma implacable responsabilidades a ambos géneros. La tasa de reposición está en torno a 2,1 hijos por mujer, lo que implica, más o menos, que cada individuo debería intentar tener tres hijos, ya que, al no cumplirse dicho objetivo por distintas razones, la media daría cerca de dos; no es imposible recuperarla del suicidio, siendo el caso más llamativo (y afortunado) el de Rusia (siguiente gráfica), heredera de Bizancio, algo que enardecerá aún más a sus enemigos.

El caso alemán es muy interesante por al menos tres razones: la primera, porque fue la primera en perder la tasa de reposición, adelantándonos lo que no viene; la segunda, porque su bajo nivel no es por razones económicas, sino culturales; y la tercera, porque son líderes en la promoción del orden imperante: la Socialdemocracia, ya en su fase mórbida y disfuncional. Obviamente, esa baja tasa no es igual a todos los grupos culturales y, en Alemania, es menor aún en los protestantes y católicos que en los musulmanes, en ese orden, por no hablar con lo que ocurre con las segundas generaciones de ciertos inmigrantes.

Obviamente, al principio, ese suicidio demográfico no se nota por el aumento de la esperanza de vida, pero esta ya está haciendo techo (siguiente gráfica) y, en España, en los próximos 25 años, perderemos unos 10 millones de habitantes, produciéndose una cambio en la composición demográfica que, por el tipo de inmigración promovida, dañará aún más la soberanía de los españoles sobre su territorio y su forma de vida.

De esta manera, si ciertas naciones europeas no cambian correctamente el orden imperante actual, podrían entrar en un ciclo generacional (cerca de cien años) en que desaparecerían como tales (enlace a nación terminal). Surge así un enorme problema moral: cómo revertir la baja natalidad autóctona y la errónea política de inmigración. ¿Quién responde a eso?

Nación y Sociedad Civil.

La definición más simple de «Sociedad Civil» es la que nos dice que no está compuesta ni por clérigos ni por militares; luego hay otras, de Tocqueville a Habermas, que resaltan su actividad en fundaciones, asociaciones, ONGs, etc., y que también nos dan un listado de acciones de la partitocracia para abducirla. Hoy, la Sociedad Civil en Europa Occidental está muerta tras tanto mangoneo para imponer el supremacismo socialdemócrata.

La única forma de que el Sujeto Constituyente resuelva ese problema moral es mediante un sistema electoral representativo donde la Sociedad Política (los políticos) emane de ella, no del Estado de Partidos como ahora. Si no, me temo que veremos su alzamiento contra un Establishment (lo de Francia, que perdió la representatividad con Macron, solo es un aviso) que le impone cosas como la inmigración como derecho, la penalización de la crítica a Mahoma por la Corte de la UE (enlace) o el adoctrinamiento por ley y la promoción del Islam, por solo citar cuatro, al tiempo que se acorrala al Cristianismo.

¿Es que acaso tiene que haber una epidemia de crímenes, como en Holanda (enlace) o Reino Unido, para que el Sujeto Constituyente despierte? ¿Es una solución prohibir el Islam como quieren algunos políticos Checos (enlace); los meterá la UE en la cárcel? Y, ante esta situación de dominación de las élites sobre el Sujeto Constituyente y la  cobardía general uno se pregunta: ¿hay alguien más, valiente, que pueda alzar la voz en favor de él?

La Sociedad Religiosa.

Cómo es un problema moral y ésta depende de un credo más o menos racional, el clero y sus teólogos, que han alertado bastante sobre la baja natalidad, igual también dicen algo sobre el Islam. Ratzinger lo intentó y aumentaron los asesinatos de cristianos en el mundo; luego renunció y ahora parece que el bandazo el total. Del lado protestante, dentro de la apostasía general, sus denominaciones están, como la iglesia de Sardis, muertas, y solo algunos teólogos del evangelicalismo, sobre todo norteamericanos («the land of the brave and the free»), hablan claro y con fundamento académico sobre el Islam.

Luego, en Alemania, dada la fuerte tradición exegética por la «sola scriptura», hay un altísimo nivel en el estudio de documentos antiguos y, cuando hace unos cincuenta años empezó a afectarnos la violencia islámica, repasaron sus textos  y notaron, por ejemplo, que el Corán les sonaba de otros textos más antiguos, vieron la relación de Alá con los Nabateos y que la historia establecida no cuadraba, formándose se así una «escuela» llamada por el Establishment académico «Escuela revisionista de estudios islámicos» (enlace) que, como desmonta muchas mentiras y la Sociedad Civil ha sido abducida, no lo están pasando bien, precisamente.

Pienso como Bill Warner (enlace) que lo mejor sería que se debatiera abiertamente el Islam para que sepamos qué es, pero la partitocracia hace lo contrario y, tras abducir a la Sociedad Civil, intensifica su propagandismo, oculta la violencia, etc. Por contraste, en China, donde el supuesto vínculo islámico con Abraham no significa nada, tratan al Islam como una enfermedad mental (enlace)

Así pues, ante la falta de debate impuesta por la partitocracia sobre su experimento demográfico, surge de nuevo la pregunta: ¿Hay alguien más que pueda alzar la voz en favor del Sujeto Constituyente?

La Sociedad Militar.

Siempre que la nación está en peligro aparece «lo militar» aunque, como en el caso anterior, a mayor civilización, mayor tiene que ser la crisis para que intervenga. Hay casos muy interesantes (Alemania, España, Chile, Argelia, Egipto, etc.) pero, por espacio, solo citaré uno: un grupo de generales franceses ha acusado a Macron de «traidor por firmar el pacto de migración» (enlace) Ahí lo dejo.

Dios y las naciones.

Las naciones siempre han tenido sus dioses, con su panteón, en un consenso nacional sobre formas de culto, etc., más o menos explícito, y en este tema siempre aparecen los negacionistas de las realidades nacionales, los que creen que Alá y YHVH son el mismo dios, junto a los partidarios del laicismo, agnosticismo y ateísmo del Estado y la Política. Tengo amigos en todos los campos y les entiendo, pero su visión, originada en su Credo más o menos racional, solo ha ocurrido excepcionalmente en la Historia, como ahora en ciertos países de Europa, de momento; no es realista y negar las naciones y su determinante religioso es, sobre todo si se ve el tsunami demográfico, ahistórico y equivale a debatir sobre el sexo de los ángeles. Los casos actuales más evidentes de ese pilar religioso son Rusia y Turquía, que cambian de ciclo generacional antes.

Mientras el Islam (sumisión) busca un gobierno mundial totalitario imponiendo la Sharía, con la preeminencia de un grupo étnico y una lengua sagrada, el Cristianismo, por el contrario, ve a las naciones, creadas por Dios, como algo bueno, formadas por seres libres, que pueden rechazarle y manipular su mensaje, y que busca reconciliarlas con Él. Esto último lo explica muy bien el académico Michael Heiser, en su conferencia «Cosmic Geography- Book of Acts» (enlace), donde nos aclara la obsesión de San Pablo por venir a España para traer el Evangelio – eso que ya nadie se acuerda qué es -; los negacionistas de la nación española dicen que no se refería a ella, aunque usa ese término, «España», en griego, cosa que pueden comprobar buscando «Strong’s Concordance G4681» (enlace), pero qué se puede esperar de un país al que se le ha impuesto que cuatro humoristas soeces y faltones determinen los criterios morales imperantes.

La servidumbre voluntaria española.

Tema distinto es que las naciones, por su servidumbre voluntaria, decidan suicidarse. En caso de que no, creo que habría una reacción de los cristianos y, quienes piensen en nacionalcatolicismo, PNV, CiU bis, etc. se equivocan, pues esas opciones, como el PP, PSOE, Podemos, ERC y demás variantes de jesuitismo político, son el pasado y no quieren que el Sujeto Constituyente decida, pues le imponen sus señoritos en listas; obviamente, no quieren División de Poderes por si toca librarse de la Justicia y, consecuentemente, no son demócratas, son oligarcas, como ocurre con la llamada «Democracia Cristiana», que conozco desde niño y que debería volver a empezar casi desde cero.

Lo suyo sería una alianza entre cristianos demócratas y demócratas no cristianos que defendiera al Sujeto Constituyente y resolviera su trance histórico civilizadamente pero, ¿queda en España, o en Europa, alguien que quiera ser cristiano y/o demócrata? ¿Nos pondremos exquisitos e hipócritas como con el currículum de Abascal? ¿Nos distraeremos con bizantinismos?¿Ustedes qué creen? ¡Ah! y Feliz Navidad.

© Luis Riestra Delgado, 8/12/2018. Publicado en Voz Pópuli. 

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