Economía global en 2024 y choque de civilizaciones.

Economía global en 2024 y choque de civilizaciones.

Cada año por estas fechas analizamos las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional para el año siguiente, siempre pensando en los exportadores y en que las empresas están trabajando en las suyas. Haremos pues un rápido repaso del crecimiento del Producto Interior Bruto previsto para cuarenta y dos países de interés agrupados según sus semejanzas, con una serie larga para que quienes allí operen puedan hacerse una idea de cómo será el futuro próximo. En esta ocasión, además, tuve la buena fortuna de poder debatir éste y otros temas con Jordi Llátzer, programa que podéis ver en este enlace.

El año 2024 tiene la peculiaridad de que, tras la masacre terrorista de Hamas del 7 de octubre de 2023, la típica razia yihadista, nada nuevo para quienes conocen dicha civilización, y las naciones del mundo empiezan a entender lo que les viene encima, destacando los casos de Francia  y Holanda, algo del todo previsible y de lo que ya alertamos hace casi una década. Este choque de civilizaciones, que se puede decir empezó con el enfrentamiento comercial China con Estados Unidos y luego con la guerra de Ucrania, tardará en resolverse una generación, esto es, entre 20 y 25 años, fenómeno a tener en cuenta a la hora de invertir a largo plazo.

Adicionalmente, este año, una vez más, hay que tener en cuenta que cuando cerraron la economía por el Covid mataron todos los ciclos en curso y, con la apertura, se reiniciaron y estimularon, con lo que entrar en recesión es bastante difícil. Otro aspecto a considerar es que el crecimiento en 2024 estará marcado por la lucha contra la inflación, que luego se agravó por la guerra en Ucrania, pero que ya está dando sus primeros frutos, que esperemos no se desperdicien por volver a expoliar el ahorro, favorecer la inflación de activos y a los endeudados que la sustentan. Finalmente, al enorme endeudamiento público general, hay que añadir el cambio estructural que la Nueva Pax Americana impondrá a la globalización.

Las potencias rectoras.

Para el caso estadounidense, en contra del sentir publicado y de la debilidad de importantes parámetros, el FMI no prevé crecimiento negativo en 2024, aunque sí podría ocurrir en algún trimestre, un año que además es electoral. Como dijimos en su momento, Estados Unidos se mira en el espejo del anterior líder, el Imperio Británico, y, tras el cambio iniciado por Trump, los estadounidenses se aplican a la tarea con mayor ímpetu en el cambio estructural del comercio mundial, que implica reindustrializarse. Finalmente está la degradación de la calificación del la deuda federal y el castigo que los «bond vigilantes» aplican a su deuda a largo plazo (que se traslada al mercado hipotecario), dado el descontrol fiscal y el riesgo de estancamiento futuro.

En el caso de China, donde también ha habido degradación de su deuda pública, las acciones estadounidenses agravan sus ya de por sí serios desequilibrios y, a la explosión de la inmensa burbuja inmobiliaria y su abismo demográfico, ahora se suman las durísimas sanciones en aspectos tecnológicos dirigidas a impedir que sume a su tamaño económico dicha fortaleza estratégica. Adicionalmente, al tener buena parte de su cadena de valor dentro, la inflación post-covid está superada y sus precios se normalizan, dándose signos de deflación. El camino esperable lo vimos en «La caída de China» al compararles con Japón, otro caso que hemos seguido desde sus inicios allá por los 90’s. El presidente chino, ya vitalicio, ha reaccionado con una embestida diplomática entre sus vecinos, todos víctimas suyas en el pasado, como si se encaminara a invadir Taiwán (un suicidio) en otro choque de civilizaciones. Destaca que el FMI empeora el crecimiento futuro chino respecto a la previsión anterior.

India, país que crecerá más que China y al que, pensando en todo esto, recomendamos como gran oportunidad hace muchos años. Esta gran beneficiada de ambos conflictos (Rusia-Ucrania y China-USA), con su propio conflicto interno con el Islam, mucho más grave que el chino, actúa como debe ser (no como nosotros), según sus intereses y ha dejado entrever que sería neutral en un conflicto por Taiwán, algo que solo añade riesgo a dicho escenario desquiciado. India, a su vez, arrastra a otros a los que interesa la neutralidad. Como hecho destacable, decir que Rusia no acepta el pago en rupias de unos 60.000 millones de dólares que, lógicamente, quiere en una moneda fuerte; «so much for the BRICS currency!». Tienen elecciones en 2024 y no se esperan cambios, no como Estados Unidos donde puede pasar la peor de las cosas.

Para Rusia, con elecciones en marzo 2024, dadas las nuevas sanciones por su agresión, donde las empresas occidentales se han ido «de aquella manera» y que ha construido una enorme «shadow fleet«, no se prevé una fuerte recesión en 2024 tras haber sido la de 2022 menor de lo esperado y un 2023 bueno, dadas las circunstancias. Como dijimos en un programa con motivo del primer año de la guerra, a pesar de su partitocracia autoritaria (como la de Maduro), donde todo son mentiras (que incluso se creen ellos mismos), mediocridad, chapuzas, procrastinación y corrupción, Rusia está en proceso de construcción de un ejército enorme con el que cambiar el equilibrio estratégico en Europa, algo para lo que tiene unos cinco años de margen, como explicamos en dicho programa. Dado el aislamiento actual, se prevé que su crecimiento futuro será mediocre hasta que se normalicen sus relaciones con Occidente.

La periferia china.

En busca de la sustitución de China como proveedor, los beneficiarios comerciales primeros son los de su periferia, a los que además se trata de fortalecer para contener la violencia del gigante comunista, con quien todos tienen contenciosos.

Salvo Japón, que ya tuvo terapia china, cuya partitocracia y Establishment les ha dejado zombis y ahora ve como les sobrevuelan misiles norcoreanos, en el resto (anterior gráfica) el crecimiento es alto en todos, especialmente en Vietnam, que gana cuota en coche eléctrico, e Indonesia, país este último que nos lleva a otros beneficiarios.

Guerra demográfica.         

En este conflicto de civilizaciones, donde Ucrania es una zona de fractura, como el estrecho de Gibraltar, pero sin barrera geográfica, la gran beneficiaria es el Islam (luego India), que va camino de un orden Islamista, donde Occidente cada vez influye menos y que cuenta con algunas de las economías más inestables del planeta. Los casos (siguiente gráfica) de Argelia, con poco crecimiento y una gerontocracia terminal, y Marruecos, con mejores resultados, los vimos recientemente y no los comentaré salvo para recordar que, por nuestros políticos corruptos, que nos han vendido, una futura guerra con Marruecos es casi segura, algo que podría precipitarse tras la muerte del monarca marroquí actual. Esperemos que no ocurra una razia como la de Israel en alguna isla canaria u otro sitio.

Turquía crece pero sigue camino de la implosión y, si no detona más rápido, es porque Rusia está desviando parte de sus negocios e importaciones europeas hacia ellos, ocurriendo algo parecido en la revolucionaria Irán, quedando Arabia Saudita (y sus homólogos del Golfo) junto con Egipto, el que más crecerá, como oasis de cierta estabilidad económica, países también cortejados por los rusos, cortejo que ya fructifica en las votaciones de la ONU, además de en el G20.

El drama latinoamericano.

Los grandes olvidados de toda esa relocalización industrial son los latinoamericanos (salvo México); todos ellos con partitocracias en cambio de ciclo generacional (el de Colombia y el de Chile los vimos recientemente), que podrían beneficiarse del cambio global pero, entre los prejuicios de europeos y estadounidenses, más el interés de China y Rusia por que fracasen y donde sus cipayos locales les están haciendo un gran trabajo con sus queimadas del siglo XXI; el panorama es lúgubre, son vulnerables a la subida de tipos y el crecimiento se prevé medio-bajo. En Brasil, donde «ganó» el candidato pro chino, la Sociedad está tan dividida como la estadounidense, mientras en Argentina el intento de Milei y sus acólitos por salvar la partitocracia allí está siendo de lo más patético.

Destaca el caso venezolano donde, tras la orgía de corrupción y la economía de sus asesores podemitas, un desastre total con casi tantos refugiados como Ucrania, perdieron la autonomía industrial en petróleo e industrias básicas; hoy, gracias a la dolarización, ha rebotado aunque sigue muy lejos de los niveles anteriores. Adicionalmente, para sustituir a Rusia, los globalistas se arriman a un Maduro encantado de «negociar» sus despojos; todo vinos y rosas hasta que explotó la crisis de Guayana. Afortunadamente, parece por la dolarización su economía está bastante desligada de su desquiciado Gobierno. Muchos de ellos son Estados fallidos.

Mini socialdemocracias europeas.

Como el resto de Occidente, todas están en proceso de cambio de ciclo generacional y, salvo una, Holanda, el resto intenta lo imposible: salvar sus «democracias liberales», denominación fraudulenta con la que imponen la socialdemocracia, que no es ni democrática ni liberal; eso no quita que, aunque el crecimiento sea bajo y son mercados pequeños, sean excelentes países para realizar negocios. Destaca Israel, esa rara avis que o espabila o desaparece, cambia de zeitgeist y el Partido Laborista ya no es irrelevante, con todo lo que eso significa si se conoce su historia; el atentado del 7/10 suspende cambio de orden, algo que se retomará tan pronto terminen con los terroristas (¿Hezbolá también?), momento en que su socialdemocracia, crisis mediante, tornará en judaísmo.

Otro elemento a destacar es la leve recesión sueca (-0,7%), empeorando la previsión del 2022, país con una estructura muy similar a la alemana y donde se espera que el nuevo gobierno le de la vuelta de forma muy racional a su economía y donde el conflicto con el Islam es también muy fuerte. Luego está Holanda (crecerá 0,8%), muy activa contra Rusia, que, ilusionada por la muerte del mercado alternativo del gas al suyo que montaban Rusia y Alemania, comprobó que Rusia lo substituirá por otro en Turquía, país muy promocionado por los holandeses, por cierto; además, su anterior gobierno globalista quiso, como Sánchez aquí, cargarse de golpe su agricultura, pues le parece poco «verde» y hay que comer cucarachas; dichos psicópatas, junto con otros, abrieron las puertas Geert Wilders, que no se corta en sus descripciones del Islam, quien ya casi ha conseguido que salgan de Schengen.

Grandes socialdemocracias europeas.

Cerramos las previsiones con esta agrupación, una en la que, como en la anterior, se nota en las calles el aumento exponencial del salvajismo que ha traído la socialdemocracia y sus progres millonarios, un barbarismo creciente que España enfrenta dentro y fuera de sus fronteras. En Reino Unido, cuyo Primer Ministro es hindú – mientras en Escocia gobierna un independentista paquistaní (¿qué puede salir mal?) -, hiperactivo y adicto al trabajo, se estrenó con la notificación del Banco de Inglaterra de que, dada la alta inflación, si no se gestiona bien, el Reino Unido podría sufrir la mayor recesión en cien años; según el FMI creció un 0,5% en 2023, se prevé un 0,7% en 2024 y que retome la senda cíclica, algo mejor que la alemana, en plena restructuración general de su economía.

Alemania, esa señora muy progre que tiene un compromiso con la Pax Americana y Francia pero que cree que puede coquetear con  China y Rusia, equivocó su modelo verde para que algunos se pongan morados y, como no se reestructure rápido, se le pasará el arroz; tras caer un 0,5% en 2023 se le prevé un crecimiento del 0,9% en 2024; curiosamente, su mala gestión, como la de España, beneficia a Francia. Por su lado, Francia, nuestro principal cliente, que defiende sus intereses como si no existiera el eje franco alemán, crecerá un mediocre 1,3% en 2024. El conflicto con el Islam local en ambos es fuerte e irá a peor.

En la zombi Italia, donde intentan revitalizar la partitocracia por la derecha, el PIB creció un 0,7% en 2023 (se preveía -0,2), dato que se prevé repita en 2024. España, deberes pendientes sobre deuda pública aparte, el país que más tardó en recuperar el PIB previo a la pandemia, se cerrará el 2023 en torno a 2,5% que bajará al 1,7% en 2024. Ambos países serían Estados fallidos de no ser por las compras de deuda del BCE. Finalmente, Polonia, esa partitocracia que tanto gusta a cierta derecha y que no se ha tragado el trampantojo del credo progresista que, pese a su proximidad al frente y cambio de Gobierno, creció un 0,6% en 2023 y se espera que en 2024 crezca un 2,3%; su futuro, si la guerra no va a más, será comparativamente mucho mejor a pesar del castigo de la UE.

Terminamos con la siguiente reflexión: que en España el 2024, a pesar de su partitocracia (que condena nuestro futuro), no parezca tan mala (dentro de unas previsión a largo pésimas) no debe distraernos de nuestros enormes desequilibrios, como el suicidio demográfico, ni de las penurias de quienes sufren la nueva y creciente violencia en nuestras ciudades, sobre todo contra los mayores y que irán a peor, ni de la tragedia de los soldados, rusos y ucranianos que están matándose en esta Europa del siglo XXI, todos ellos males evitables y producidos por la corrupción de nuestros políticos y por la servidumbre voluntaria de los españoles y de los europeos. Aún así, aprovechémoslo y ¡Feliz Navidad y Feliz 2024!

© Luis Riestra Delgado, 14/12/2023

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